martes, 12 de mayo de 2009

Los bárbaros jóvenes verdes

He participado hoy en un cine-forum y debate organizado por jóvenes verdes,

www.jovenesverdes.org,

Invitado por Dani Hernández. Participaban también
José Albelda, colega universitario y miembro de Greenpeace, Natxo Sierra de WWF, y David Hammerstein eurodiputado del Grupo Verde. Me servían de guardaespaldas Miguel y Justo (Francesc se ha rajado, el muy gallina). Allí estaba también mi viejo amigo Isi (sin mi querida Anahí).

Como debate, el de hoy era un poco especial, porque el evento comenzaba con dos documentales, bastante bien hechos y muy antinucleares, en los que se decían muchas cosas interesantes, algunas verdades como pinos (el desastre ecológico que supone la minería del uranio, como toda la minería, hay que añadir) y una cuantas bolas (afirmar que la energía nuclear acabará emitiendo mucho CO2 al procesar vetas escasas de uranio demuestra que no se han hecho las cuentas de lo que emite una central de carbón) o consignas habituales (la radioactividad, vitrificada, encerrada en un barril de titanio, enterrada a un kilómetro bajo tierra y sellada por hormigón escapará y nos atacará a todos... a lo mejor, pero puede que el día del juicio llegue antes). En cuanto a la mesa: El invitado de piedra (yours truly) en el centro, con Dani al lado, haciendo de moderador y echándome todos los cables que podía, Jose, a mi derecha, y Nacho y David a la izquierda. Vamos, que estaba rodeado y llevaba las de perder. Excepto que en un debate nadie pierde nada, a no ser el tiempo o la paciencia. Hablar, esa cosa que nos gusta tanto a algunos, no hace daño. O puede que sí: en alguno de los libros de poesía que antes frecuentaba he leído: hieren más las palabras que las balas.


En el acto, por cierto, éramos cuatro monas. Mientras los plastas de la mesa de invitados dábamos la barrila y predicábamos sobre nuestras respectivas convicciones, los chicos y chicas que habían venido al acto (un puñadito) nos aguantaban ecuánimes y atentos. El resto del mundo viendo el fútbol. La cosa tenía un tinte algo surrealista. Nosotros divagando sobre el cambio de modelo social, las teorías Hegeliana, el aumento de la entropía, los riesgos nucleares, la necesidad de invertir o no en la energía de fusión y otras importantes cuestiones y el mundo mundial --excepto los jóvenes bárbaros-- preocupándose por la suerte de 24 esforzados atletas, vestidos de brillantes colores, dándole patadas a un objeto esférico, que diría mi admirado Tierno Galván.

He dicho los jóvenes bárbaros. Los bárbaros jóvenes verdes que venían a escuchar y mucho más importante que eso, a pensar por su cuenta.

Las invasiones bárbaras. Una de las mejores películas que he visto en mi vida y un canto a la generación de jóvenes que nos asombra a los que como yo, rondan los 50. Dani y compañía andarán por los veintipocos, alguno menos que Miguel y Justo. Lo bastante jóvenes como para ser mis hijos, aunque mis hijos tienen 9 y 5 años (and believe me: the russians love their children too).

En las invasiones bárbaras, el protagonista, un profesor de unversidad moribundo, descubre que la siguiente generación ("los bárbaros"), la generación que no comprende (no leen los libros que él leía, no actúan como él actuaba, no comulgan con sus ruedas de molino) la generación que incluye a su propio hijo, son, al final, la esperanza que le queda (Y sin embargo hay algo que se queda/Y sin embargo hay algo que se queja). Muere este profesor (la película es a la vez un canto a la vida y un canto a la muerte y todo esto sin necesidad de otra redención que la belleza) pero antes descubre quién es su hijo: Un día, viendo la tele, donde unos jóvenes se manifiestan (probablemente en contra de las centrales nucleares) dice: "el mundo es de los bárbaros". En ese momento su hijo entra en la habitación. Lo mira y orgulloso, concluye: Y este es su príncipe.

En el debate de hoy, los jóvenes verdes, que no se perdían una, que han opinado poco (no les dábamos cancha a los pobres, los de la mesa, con nuestra veborrea) y que sonreían mucho, han sido mis príncipes.

Del debate no diré mucho, al menos hoy no. Diré que Jose Albelda representa el Green Peace que respeto, por más que no estemos de acuerdo en lo nuclear y por más que no entienda porque según GP no hay que financiar la fusión para financiar las energías renovables (ha sido uno de mis bárbaros quién ha comentado: es como afirmar que nos preocupa tanto la financiar la lucha contra el cáncer que no queremos invertir en la lucha contra el SIDA). Pero creo que con Jose y con David estoy de acuerdo en bastantes cosas. Con Nacho, me parece que algo menos. Por lo visto no le ha gustado el título de mi libro. Por algo que tenía que ver con los oxymorrones. No me ha quedado claro que era un oxymorrón.

Creo que también diferimos en nuestra apreciación del segundo principio de la termodinámica, que, según me parece entender, invoca como prueba antinuclear (también invoca a Hegel, no estoy muy seguro de si a favor o en contra lo lo nuclear).

Bueno, for the record: El segundo principio de la termodinámica, al que me refiero en el segundo capítulo de mi libro, dice que la entropía de un sistema cerrado aumenta continuamente. O lo que es lo mismo, que la capacidad de la energía para realizar trabajo se degrada.

EN UN SISTEMA CERRADO. La Tierra no lo es, por fortuna. Recibimos un flujo de energía continuo del un reactor nuclear (de fusión) vecino, llamado sol. Ese flujo de energía nos permite, localmente, DISMINUIR la entropía. Todos nosotros: los jóvenes verdes y los viejos pronucleatas, la poesía de Borges y los unicornios, el apple MacBookPro con que escribo estas líneas y el cuadro de Monalisa, somos en el fondo, nada más y nada menos que un desafío temporal, una batalla perdida a largo plazo, pero ganada en el glorioso instante, a la segunda ley de la termodinámica. También viola la segunda ley (y de nuevo es la pluma de Borges a quién refiero)

esa cosa ansiosa,

y breve, y hermosa

que es la vida

Salut, república y visca el Barça que diría otro amigo cuyo libro creo haber ya recomendado en estas páginas: Marcel Coderch ("el espejismo nuclear"). Un libro con el que estoy en bastante desacuerdo. Un libro honesto y que da qué pensar. De eso se trata.

3 comentarios:

  1. Como socio de Jóvenes Verdes me alegro muchísimo de haber asistido al debate y ante todo, de que este haya sido protagonizado por cuatro expertos en sus diversas materias y concretamente a un gran conocedor de la energía nuclear como es usted. Soy consciente de la parcial demagogia en que a veces los ecologistas, ya sea por sincera desinformción por voluntad propia, cometemos(o cometen, porque no somos todos un único ente homologable) y por eso creo que era necesario contar en un debate como ese con la presencia de un experto que pudiese aportar información desde un perspectiva científica y no tan parcial. también, por esto, me siento orgulloso de pertenecer a una asociación que pese a mantener unas convicciones y unos ideales, crea debate y proporciona información para todos los gustos. Es cierto que los documentales no era imparciales, algo lógico teniendo en cuenta nuestro punto de vista, pero su presencia en el debate demostró que, al menos por parte de esta asociación, no estamos cerrados a nadie y a nada, y admitimos pluralidad de opiniones e informaciones.
    Le doy las gracias y le felicito por haber colaborado en un acto de debate, de verdadera trasmisión cultural y participación ciudadana, aunque de escaso éxito multitudinario(como suele ocurrir con lo importante y alejado de la superficialdiad degenerativa).

    A nivel ya personal, quiero aplaudirle por todo su trabajo y por la corrección y veracidad que en los datos pretende trasmitir. No creo en la energía nuclear, no me gustan sus inconvenientes y confío en otros sitemas y modelos tanto de abastecimiento energético como de vida, y sin embargo, gracias a usted, he descubierto que estos inconvenientes no son tantos como creía. Por ello, pese a mantenerme firme en mi negativa frente a la potenciación nuclear, no tardaré en recomendar sus estudios, aunque estos limiten mis argumentos.

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  2. La razón por la que los debates son útiles es porque nos hacen pensar y ver las cosas desde nuevos ángulos. Nadie cambia de opinión de la noche a la mañana, ni falta que hace. El tema de la energía nuclear (de la energía, en general) es tan complejo que se necesita bastante reflexión para formarse una opinión seria, que casi nunca es del todo a favor o del todo en contra. Y de eso se trata.

    Gracias por tus magníficas palabras. Oye y de tú. No me eches más años de los que tengo. JJ

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  3. Juanjo! Gracias por tus amables palabras. A pesar de nuestros distintos puntos de vista y de que choquemos en algunos temas fundamentales, no se puede negar que ambos, al menos, queremos hacer un poquito más verde este mundo. Dani.

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